viernes, 18 de noviembre de 2011

El deseo

-“No quiero salir de la cama”-. Es lo que siempre pienso todas las mañanas antes de abrir los ojos. -“no quiero”-, me repito una y otra vez. Estiro la mano tocando el vacío que quema frio mi piel. Una ola de adrenalina inunda mi cuerpo, los latidos acelerados de mi pecho agitan mi respiración y pienso. -“Odio desearlo tanto”-.
No ha amanecido aún y mi cuerpo ya me pide sentirlo dentro. Meto mi mano en mi sexo mojado tratando de mitigar esta sed que tengo, me incendio pensando en sus besos, su saliva quemando la piel de mis senos, camino que arde mientras baja por mi abdomen y se hunde entre mis muslos, sopla lento, su lengua lamiendo, mi cadera moviéndose al compas de la música de su deseo. Me estremezco. Amanece.