jueves, 17 de febrero de 2011

Mi Muñeca de Porcelana.

Mi primo tenía 16 años, él y yo éramos muy unidos a pesar de nuestra abismal edad. Me defendía de todo y de todos, la última vez que lo vi me dijo: Lástima que no pude defenderte de mí y se marcho de mi vida. No lo comprendí en ese momento, pasaron muchos años para entender que lo que hicimos no estuvo bien.

Erick me descubrió masturbándome en el cuarto de la abuela donde solía esconderme siempre para hacerlo a la hora que los grandes tomaban café, así que tomé mi tiempo para sentarme de lado a la cama, acomodé mi vestido largo de muñeca de porcelana y puse un talón bajo mi sexo para frotarme con él.

Desde el primer día supe que me espiaba cuando jugaba en ese cuarto, después de varios días él también empezó a tocarse mientras yo lo hacía, extrañamente para mi, que era nueva en ese tipo de cosas, me excitaba saber que su respiración se entrecortaba al verme ahí, dándome placer.

Un día lo enfrente y le dije que sabia que me espiaba, me persiguió por toda la casa hasta que me atrapó y derribó a cosquillas y besos. Eso me encendió como nunca, así que lo besé en la boca. Él se separó de mi confundido y salió corriendo a su cuarto. Trató de evitarme a toda costa, porque cada vez que lo veía le decía que yo lo amaba, lo quería para mí. Me evitó mucho tiempo, se ponía incomodo cada vez que nos quedábamos solos. Yo no dejé de ir al cuarto de mi abuela, el ya no no iba a espiarme y eso me entristeció, hasta quedarme sin ganas de vivir.

Pasaron dos años, una noche entró en mi cuarto, me despertó y me dijo: " haz lo que siempre haces, quiero ver como goza mi muñeca de porcelana"  me senté en el piso y comencé  a tocarme como lo hacía, él saco su miembro y empezó a masturbarse, me gustó mucho escuchar los sonidos que hacía y mis mejillas se encendieron cada vez más. De pronto se acerco a mi y se vino en mi cara, sentí su líquido espeso y caliente, me quedé extasiada, ahí, observando su mirada, sus gestos. ¿Qué pasó? No sabía pero no me había desagradado para nada, las nuevas sensaciones en mi cuerpo eran tan placenteras, que jamás me pregunté por qué estar juntos lo atormentaba tanto.

Lo hicimos cada vez que me quedaba a dormir a su casa durante años. Después de tocarnos me acariciaba el pelo y besaba mi frente hasta que me quedaba dormida. Una noche antes de que se fuera a USA a estudiar me pidió antes de venirse que abriera la boca y lo chupara, así lo hice. Esa noche se puso a llorar y me dijo, perdóname soy un monstruo. 

No se despidió de mi, simplemente se marchó.

jueves, 10 de febrero de 2011

Un sueño mojado

Estaba dormida, mis sueños eran agitados, estabas en ellos. La escena, yo encima de tu escritorio con la falda arriba mostrándote mi tesoro empapado. Tus ojos destilaban lujuria al igual que el miembro que te palpitaba fuerte, intenso. Comencé a masturbarme para que pudieras verme extasiada, en plenitud.

Te acercaste lento, como si quisieras torturarme. Te sentaste en tu silla y sacaste tu pene porque ya no te cabía en el pantalón. Seguiste mirando como me tocaba, como me escurría y mojaba la mesa de madera que me sostenía. Estabas tan cerca que podías oler mi sexo agonizante por una caricia tuya, por tu lengua.

Metiste dos dedos a mi vagina, profundo y rápido, los llevaste a tu boca, lamiste y dijiste: "como me gustas". Eso me volvió loca y contuve un grito que hubiera reventado los cristales de la oficina, pero callé porque afuera, esta tu esposa.

Toda mi pasión y lujuria se concentraron. bajé del escritorio para sentarme encima de ti, dándote la espalda.  Suspiraste en mi oído, yo me moví rápido. Quería que me llenaras de ti, de tu amor, que te me escurrieras lento mientras caminaba a mi escritorio, a mi casa.

Nuestra respiración se entrecortó, se hizo rápida. Nadie ha encendido mi sangre más que tu, me sentí al igual que lava, hirviente. Me tomaste del cabello para darme un beso largo, apasionado. Yo seguí moviendome rápido, cada vez más intenso, no pude más y ahí entre tus brazos, me derretí.

Tocaste mis senos como si fuera la primeras vez que tocabas unos, apasionado y con movimientos torpes, me imagino que era por la prisa de nuestra pasión, me gustó. Aún así yo montada en ti, subiendo y bajando, me moría. Dejé escapar un grito producto de mi gran venida. Ya no me importó nada, tu tapaste mi boca como si quisieras contenerlo, más no pudiste y te veniste conmigo.

Se escuchó como la puerta quería abrirse, sabíamos que era ella. Más no hicimos nada, no queríamos perdernos un segundo de nuestro éxtasis.

Luego desperté...ahí seguías, dormido entre mis sábanas

Mi primer orgasmo

Sólo era una niña cuando descubrí los placeres de la carne. Sí, yo era de esas niñas que prefería treparse en las bardas para frotarse un ratito en vez de jugar con sus amigas a las muñecas.
Nunca me  importo quedarme sola, para mi era más placentero subir mi falda y moverme al compás de alguna canción recién aprendida y memorizada para el siguiente festival de la escuela, inclusive era divertido, me gustaba. No tenia yo más de 9 cuando descubrí mi primer orgasmo. Fue intenso en la escala que jamás lo había sentido antes, un calor inusual invadió mi cuerpo hasta sonrojar mis mejillas, mi respiración rápida e intensa delataba algo que no había sentido nunca. Lo primero que pensé, me hice pipí.

Después de eso fui descubriendo diferentes formas de provocármelo, me llegue a volver adicta, tanto que mi vulva inflamada y rozada por la experimentación se manifestó enferma y a consecuencia, mi madre se enteró de mis jugueteos. Todo había acabado, mi pequeño y placentero pasatiempo fue descubierto y puesto en evidencia por el pediatra que me veía desde nacida, solo pensé una cosa: Idiota!

Nada me detuvo y en la escuela de monjas que tanto odiaba me repetía a mi misma: "Nada que sea tan placentero puede ser visto mal ante los ojos de Dios, si no, entonces para que lo creó" Y con ese pensamiento en mente, no he parado desde entonces. A partir de ese día me dedique a dejarme llevar por los placeres simples de la vida, de la carne.

Y finalmente aquí estoy!

Con todo el miedo y excitación que pudiera caber en mi cuerpo, por fin me decidí a llenar este espacio que desde hace mucho tenía pendiente.

No soy diestra en la redacción, ni mucho menos en la ortografía, pero intentaré poner los acentos y comas donde es debido, para no insultar a los presentes y que podamos disfrutarnos.

Los relatos que les presentaré espero sean de su agrado y porfa dejen sus comentarios.

Besos Fanny.