martes, 1 de marzo de 2011

El desconocido

Ahí estaba yo, tomando unos tragos en una fiesta, bailando al ritmo de la música con mis amigos, la mini se subía mostrándome de más, sin medir lo que bebía, pasaron las horas. Mis sentidos alterados me decían que no era bueno que permaneciera ahí, que me marchara, más no pude, una mano me detuvo, firme y cálida. Perdí la noción del tiempo, todo se veía como cámara rápida, de pronto ya estábamos en un cuarto, las caricias se volvieron profundas, hasta un tanto agresivas, apasionadas,  mi boca dejaba escapar uno que otro gemido y mi cuerpo me pedía que lo penetraran.

No recuerdo cuando, pero quedé desnuda, y con su miembro clavado en mis entrañas, las sensaciones que sentían eran tan exquisitas que empecé a mover mis caderas cada vez más rápido, estaba realmente excitada con la embestida de aquel desconocido que me poseía. No quería parar, más bien no podía, al sentir sus manos moviendo mis caderas y su respiración en mi nuca, me prendía más, lo deseaba más.

Mi cuerpo encendido destilaba por todos los poros el placer que sentía, mi sexo se derramaba poco a poco, a lo que él aprovechó para meterme los dedos, sentirme toda, así con la vagina palpitante y las entrañas llenas, me sentía morir en la agonía de los pecadores, de los impúdicos, de los marcados. Mis gemidos eras fuertes, mi cabeza deliraba y sus palabras en mi oído hacían que mi cuerpo temblara, me sentí gozar como una puta.

Su mano llena de mis jugos tuvo que tapar mi boca para no dejar escapar los gritos del orgasmo, todavía no quería él que me viniera, quería que aguantara, más no pude y una convulsión recorrió mi cuerpo retorciendo en éxtasis, mis mieles escurrían en demasía, sentí como mi cuerpo se desprendía de mi alma haciéndome llegar al cielo, había muerto y caía rendida al placer, me perdí en él.

Los rayos dorados de luz entraron por mi la ventana clavándose en mis ojos, el calor incómodo del cuarto y los excesos de la noche hacían que tuviera mi cabeza dando vueltas, me contemple desnuda y comencé a recordar lo que había pasado, lo que mi cuerpo sintió al temblar en ese orgasmo. Él no estaba, el hombre que me devolvió la vida y me había matado se había marchado sin rastro.

3 comentarios:

  1. Estoy en el lugar correcto. Donde compartes conmigo tu intimidad.
    Adoro cuando utilizas las palabras exactas para describir esos momentos cuando explotas de placer: excitante; me contagias de todas esas sensaciones de tu cuerpo y sólo puedo imaginar el roce de tu piel en todo mi ser.
    Muy complacido y en espera de la siguiente entrega. Salu2!

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  2. Te imagino frente a tu computadora, tus manos mientras piensas tus palabras o recuerdas los momentos que narras, viajan del teclado a tu sexo. A veces las teclas se llenan de ti. Te recorre un placer indescriptible, sólo comparable con aquel que reseñas. Recuerdas todo, lo vuelves a vivir, sabes que de este lado, habrá alguien que al leerte, también acaricie su sexo, también se sienta erizado, deseoso, ardiente. Sabes que estás compartiendo orgasmos, humedad, calor.
    Te exita pensar en las manos, en los penes, en las vaginas que gozarán con tu relato. Compartes tu vida, te compartes tu y en realidad te entregas para gozarte toda, para lamer cada palabra, para succionar cada letra, para meter en dedo ahí dentro de esa vagina húmeda que desea ser penetrada. Te nos entregas, eres nuestra, siente todo el semen que ha corrido mojando tus letras.

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  3. Gracias por las palabras ágiles e incendiarias, como pequeñas chispas de una hoguera que sobre el material indicado encienden, consumen. Te leí con esta canción, porque no quiero imaginar tu voz.
    http://www.youtube.com/watch?v=svLqynIBlfY&feature=related

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